Todo
estaba en silencio aquel día, o quizá simplemente no podía escuchar nada que no
fueran sus pensamientos. Llevaba apenas media hora caminando, pero sentía el
mismo peso en las piernas que si hubiera estado una eternidad moviéndose sin
parar. Quizá el peso que tenía que soportar con su partida era mayor de lo que
había esperado, pero no pensaba echarse atrás llegados a este punto. Se detuvo
un momento y miró hacia atrás desde una orilla de la carretera, con todos los
coches pasando junto a él como si no ocurriera nada, se quedó en silencio
observándolo todo. No había sido consciente de lo pequeño que era ese lugar
hasta aquel momento, siempre en su mente parecía una ciudad, pero ahora le
parecía tan insignificante y, sin embargo, le amargaba tanto aquella visión. El
cielo estaba poblado de pájaros de varios tipos que podían, sin dificultad, dar
toda la vuelta a aquel sitio en apenas unos segundos. Observó el río que
acababa de cruzar hacía unos momentos, el agua rodeaba la zona casi por completo,
haciendo que pareciera una isla sin más salidas que la que había cruzado él. Y
por último se fijó en los edificios, no había demasiados y en su mayoría se
traban de plantas bajas. Desde ahí podía ver su casa, el lugar donde había
crecido, y también veía los hogares de todos aquellos a los que había querido,
a los que había llamado amigos. En ese momento sintió nostalgia, todo su cuerpo
se envolvió de un sentimiento cálido que le hacía más difícil el avanzar.
Pero
eso no era suficiente.
Había
soportado ya demasiado para su corta edad, mucho más de lo esperado para un
joven de dieciséis años, y no estaba dispuesto a aguantar más. Algunos podrían
decir que su reacción era exagerada, pero ellos no había vivido lo que él, ni
lo habían sufrido. Cuando pensaba en todo aquello no quedaba ni un atisbo de
duda en su él y combatía el fuego que brotaba con el hielo que había creado con
su sufrimiento. También se preguntaba cómo reaccionaría todo el mundo, nadie sabía
en ese momento lo que iba a ocurrir, no quiso despedirse de ninguno, estaba
seguro de que intentarían detenerlo y era lo último que quería. Tampoco había
cogido todas sus cosas, solo aquello que consideró necesario para sobrevivir
solo, dos espadas, que en otro tiempo eran usadas de adorno, y a su perro, en aquel
momento apenas un cachorro de pastor alemán que tenía seis meses. Aun le
faltaba mucho por crecer, tanto como a su amo.
Se
acuclilló mientras miraba hacia el cielo a la vez que su mano pasaba lentamente
por el lomo de su fiel can, sintiendo como se deslizaban los dedos entre la
mata de pelo negro, cegándose con el resplandor del sol en un cielo azul sin
una sola nube.
“Hasta
el cielo parece alegrarse de mi marcha.”- Pensó mientras se volvía a erguir con
las piernas ligeramente entumecidas. No era una persona muy resistente, pero
debería convertirse en una.
Emprendió el camino nuevamente, desviándose,
en cuento pudo, a través de un bosque. Estaba seguro de que no se arrepentiría,
se repetía una y otra vez, nadie tendría
porque echarle de menos. Ya había muerto hace mucho, había dejado de ser el
muchacho de siempre y nunca más volvería a serlo.
Pero
eso ocurrió hace ya mucho tiempo, cuando el mundo estaba lleno de vida y la
tecnología seguía avanzando, cuando el hombre se creía que su expansión no
tendría límites. Pese a haber conflictos en muchas partes del planeta se podía
vivir en paz, pero el ser humano no tuvo suficiente con eso. Su ansia por tener
una vida mejor no alcanzaba su máximo. El mundo tal y como todos lo conocíamos
cambió radicalmente poco después de la partida de ese muchacho.
El
exceso de contaminación que estábamos causando destrozó en poco tiempo la capa
de ozono. La destrucción del medio ambiente llegó a su punto culmen cuando se
encontró una fuente de energía superior a cualquier otra, un mineral extraído
de las entrañas de la tierra. Un gran número de científicos se movilizaron ante
este descubrimiento tan asombroso, y rápidamente se dieron cuenta del poder que
tenía, capaz de dar energía a toda una ciudad con un simple fragmento. Pero a
cambio, para poder controlar esa energía, tuvieron que usar una cantidad tan
inmensa de las antiguas fuentes de energía que la mayor parte de esas fuentes
se agotaron, dejando el lituenzin, nombre con el que se denominaba a ese mineral,
como única esperanza para la tecnología y el avance de nuestra civilización...
La
contaminación causada no tuvo solución llegado a este punto. Los casquetes
polares se descongelaron por completo, inundando a su paso todas las islas y
zonas costeras del mundo, arrasando todo lo que las aguas encontraban a su
paso. Las lluvias escaseaban y cuando se producían era peligroso salir a la
calle por la acidez de sus aguas. Incluso la exposición al sol era peligrosa
con solo unos segundos. La población humana y animal se redujo radicalmente, en
esas condiciones pocos eran los que podían sobrevivir. Pero no fue suficiente.
Todo esto ocurrió cinco años después de que el mineral fuera encontrado, pero
los científicos siguieron con sus investigaciones pese a todo. Descubrieron que
el poder del lituenzin podía alcanzar límites insospechados, casi parecía
magia, y crearon un reactor lo bastante potente como para controlar todo el
poder del mineral, o eso creían. Se pensaba que si lo dominaban al máximo
podrían llegar a controlar el espacio y el tiempo a su antojo, podrían impedir
la destrucción que ellos habían causado. Querían jugar a ser dioses en la
tierra, para impedir la primera vez que quisieron jugar a serlo. Hubo una gran
cantidad de revoluciones, en cuanto la gente fue consciente de que se iba a
llevar a cabo una nueva investigación se movilizaron para impedirlo, preferían
vivir como estaban que empeorar las cosas. Los científicos no escucharon, en
sus mentes no cabía la posibilidad de que algo saliera mal esta vez.
Pero
una vez más su error fue pagado con vidas humanas.
No
hubo forma de contener el potencial del mineral. La energía desbordó los
reactores, fluyó libremente por la tierra matando cientos de especies de
plantas. Ascendió en forma de gas, contamino el cielo provocando que estuviera
constantemente cubierto por unas nubes verduzcas. Finalmente explotó, con tanta
potencia que la onda expansiva recorrió el mundo entero. Este momento se conoció
como el cataclismo de la tierra.
La
explosión provocó la muerte de millones de personas y todos los que tuvieron
mejor suerte mutaron, cambiaron para siempre. Algunos solo adquirieron
habilidades especiales, para unos una maldición y para otros una gran habilidad,
pero muchos perdieron su aspecto humano o animal por completo, convirtiéndose
en monstruos. El mundo entero se revolucionó en contra si mismo, buscaban un
culpable y no eran capaces de encontrarlo. La fe en la humanidad había sido
destruida por completo, sembrándose la
anarquía y el caos por todo el mundo. No había ninguna fuerza política capaz de
establecer un gobierno. Los países desaparecieron, las leyes también.
Desde
entonces la raza humana se dividió en pequeños clanes, pequeños grupos de
personas que se ayudaban mutuamente donde tenían un sistema propio,
completamente diferente unos de otros. También había personas que vivían solas,
se aislaron del mundo y de vez en cuando se acercaban a algún clan para
solicitar cobijo. Algunos de esos clanes eran pacíficos, solo se defendían,
otros atacaban a cualquiera que se acercara a su zona y otros no se metían en
los asuntos ajenos siempre que no se metieran en los suyos, pero para todos la
vida es una lucha por la supervivencia. Los otros grupos de personas eran los
menores problemas que podían encontrar, el campo abierto era lo más peligroso
que había. Ya no existen los mismos animales que antes, en su mayoría se
convirtieron monstruos que matan sin control salvo que sean matados antes de
cumplir su objetivo, y los humanos salvajes, aquellos que fueron desfigurados,
campan a sus anchas, guardando más rencor que del que pude almacenar un ser
humano en su corazón.
Prácticamente
todo el mundo cambio de nombre, para obtener uno de guerra, más acorde a la
situación actual Querían olvidar el pasado, estaban seguros de que nunca más
volvería a haber esa paz que antes eran incapaces de ver, y creían que
cualquier cambio podía ayudarles a superarlo.
Este es el mundo que
hemos creado y en el que nos toca vivir.
qué guay! no sabía nada de la historia de Cataclismo!! Pinta muy bien!! :3
ResponderEliminarHay un par de errores por ahí, revísalo
"en su mayoría se traban de plantas bajas"
"desviándose, en cuento pudo"
No sé si he visto alguna más.
Muy bien itoko! seguiré leyendo :3
Pero si Cataclismo empezó a subirla a Gakuen! xDDD
ResponderEliminarMe encanta amor^^ Estare esperando a que continues, o a que subas alguna de las otras historias xP
Ear, eso contradice algo de lo que haya dicho antes? eh? eh? xD
ResponderEliminarEin? pues en teoria si que lo contradice porque deberias acordarte de Cataclismo... digo... jajaja
ResponderEliminarlo leí?
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